viernes, 5 de febrero de 2010

TRABAJO DIGNO

Diablos!, Estaba harto de despertar pensando en ti, al fin y al cabo ni en la vida real me querías, de hecho ni me conocías; pasabas a mi lado sin mirarme siquiera, parecería que fuera un ser invisible, para que derramar mis pensamientos y sueños en tu persona, no lo merecías. Con la modorra de la flojera matinal, abrí los ojos lentamente, las lagañas y el ardor me impedían hacerlo rápido; me encontré como lo esperaba, acostado bajo un gran número de cobijas, en la comodidad de mi cuarto. Con una sensación de estupor e intranquilidad traté de acordarme lo terrible del sueño, pero no fue claro del todo, aunque sabía que eras tu la cruel protagonista, seguramente otro desaire de tu sádica persona.

La luz comenzaba a entrar por la ventana iluminando cada rincón de mi cuarto. Los pajaritos cantaban canciones de ... pajaritos, y los molestos gatos nocturnos ya se habían ido a dormir. Todo era prueba inequívoca de que amanecía. Parecía un sueño maravilloso, pero era real. Mire el reloj, que como fiel amigo siempre abrazaba mi muñeca, las manecillas marcaban las 7:30 por la mañana .... ¡¡¡QUE¡¡¡. las 7:3..1, ahora. ¡¡¡Cielos¡¡¡, por andar en pesadillas había olvidado el tiempo en el despertador.

Empecé a angustiarme, a las 8:00 a.m. debía presentarme a una supuesta entrevista para conseguir trabajo. Uno, que en comparación con los demás trabajos que había hecho mi solicitud no parecía tan malo.

Las 7:35 y todavía no me había bañado, tal vez podría disfrazar mi suciedad con un poco de gel, perfume y algo más. Si eso haría. Pero... ¿Donde era que era el trabajo?. Intente recordar. ¿No era por Anzures? Mmm...No. Ese era el del otro trabajo que no acepte por falta de garantías. Ciertamente, ahí no era. Acuérdate del periódico.. ¡¡Lo tengo¡¡ Era por Tlalpan. Sí, como lo explico el tío Pancho: Afuerita del Metro Taxqueña tomas una combi para la Romana y ahí lueguito de Fester te bajas, nomás caminas una calle. Claro, ¿Tlalpan?. Pensé en todo el tiempo que debía hacer para llegar ahí, fácil como....20 minutos. Pues así no me daba tiempo de nada, ni para desayunarme unos huevitos.

¡¡Ya se¡¡ Podía llamar por teléfono y decir que estaba enfermo de algo terrible pero pasajero y posponer la entrevista, seguro me esperarían otro día. Estire la mano, pero me di cuenta de que en mi cuarto no había teléfono, de hecho que ni siquiera en la casa lo teníamos, debía levantarme, bajar las escaleras, ir a la calle y marcar ese número que ni me sabía, ¿Como era? 6, 89.. otro 6. Mmm...no. No lo recordaba, y para colmo no lo había apuntado. La mala suerte me perseguía hoy. Cada segundo que pasaba sentía la desesperación de la prisa atormentando mi reloj y mi persona.

Era necesario que yo consiguiera ese trabajo, en parte por el dinero y en parte por que a mi mamacita ya le dolían las manos de tanto golpearme para que consiguiera un trabajo y no anduviera de vago por ahí, nomás perdiendo el tiempo de huevón.

Resuelto a no perder esta oportunidad me levanté, mire nuevamente el reloj, eran las 7:58. a.m. Rápidamente me vestí: Calzones, camiseta, pantalón, camisa, corbata y sweater. Calcetines y zapatos. Las 7:59. Corrí al baño, me eché agua en la cara, en el cabello y en los dientes. En poco tiempo estaba limpio y arreglado. Vi mi reloj, todavía tenía tiempo para desayunar, pero .... mejor no, no lo creí conveniente. Corrí a la salida y justo antes de que pudiera atravesarla ¡¡ZAS¡¡ El tiempo me alcanzó. Las campanadas en la iglesia, mi reloj y mi madre gritándome “ Huevón , ya son las 8:00” retumbaron en mi como algo que no podía ser. Me quedé parado frente al zaguán mirando hipnotizado la manecilla del segundero, observé detenidamente como pasó por el III y puntos intermedios, después por el VI, y así hasta que la prisa dejó de ser una preocupación, eran ya las 8:01 a.m..

Regresé a casa, a desayunar aquellos huevitos todavía calientes. Mi madre me reprendió por lo de siempre. Tomé el periódico y mientras comía, leí los nuevos avisos oportunos, tal vez mañana si tendría suerte en mi búsqueda por un trabajo digno.

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