jueves, 23 de julio de 2009

UNA COMIDA AGUSANADA

Cuando llegué a casa, percibí un olor, como cuando queman ratones recién nacidos. Lo sabía por que mi abuela se divertía cazando y quemando ratones recién nacidos. Aunque esta vez no escuche los chillidos agudos propios de los ratones recién nacidos. De una tina de lámina salía aquel olor familiar, de ella salía una nube que lo cubría todo de gris y de nauseas. Me asome para cerciorarme de que efectivamente eran ratones recién nacidos y creer que la abuela seguía viva todavía , pero ya solo eran cenizas y uno que otro ser retorciendose en un caldo espeso. El olor había penetrado la casa y mi tío, verde de asco estaba a punto de vomitar, dijo que mi mamá estaba matando a unos gusanos que se encontró en la bolsa de la basura, que eran muchísimos y que lo llenaban todo de porquería. Mi tío dijo que me cuidará, por que tan obsesiva se había puesto mi mamá, que buscaba en cualquier rincón para encontrarlos y eliminarlos. Yo reí incrédulamente. Fui a la cocina, para ver que encontraba pero no había comida aunque ya no importaba tanto, por que con lo sucedido se me había quitado el hambre, en eso escuche la voz de mi mamá llamándome, tal vez quería que consiguiera cal o alguna sustancia tóxica para que aun mas allá de la muerte matarlos. Pero al verla tuve la certeza que no era así, me miraba con unos ojos de locura, yo reí. Pensé que era un triste destino para los gusanos, los ratones recién nacidos y en especial para mi.

Ahora me encuentro retorciéndome de dolor en esta tina, me parece que me quedo un poco chica, claro que a mi mamá esas limitaciones son insignificantes, por que cuando se propone algo siempre ve la manera de solucionar cualquier problema , así que con un garrote rompió cada una de mis articulaciones de mis extremidades., los pocos gusanos que aun seguían en la tina me miraron sorprendidos. Estaba entre las cenizas de algo que estuvo vivo., entre llamas que carcomen la piel y las entrañas. Tuve hambre, un hambre voraz. Mi madre en un estado de verdadera obsesión había puesto la comida a calentar. Recordé a los pequeños ratones, chillando y retorciéndose en un bote de juegos y ya no me fue tan divertido, de hecho parecía una pesadilla. Es difícil escribir en un ambiente tan opresivo, aún cuando estuviera luchando entre las llamas, aún cuando las cientos de gusanos se metían entre mi piel para salvarse de morir achicharrados.

Cuando mi hermano José Antonio llego en la noche, la cena estaba servida. Mmm...Deliciosa¡¡, le dijo a mi mamá. Nunca había probado algo tan delicioso, verdad que esta rica?, es mi receta secreta, le respondio mi mamá ciertamente emocionada, y la chavis?, no ha llegado,? Obviamente preguntaba por mi, no, no había llegado y nunca mas regresaría.

Terminada la cena vieron televisión como de costumbre, se bañaron como de costumbre y se fueron a dormir como de costumbre. Pero mientras dormía, a José Antonio, se le despertaron los gusanos ocultos que se habían escondido en mi. A donde se fueron? De casualidad alguien sabe que son los cisticercos. y que provocan?....... Gracias a Dios que mi mamá no había probado ni un bocado de tan deliciosa comida. Que suerte, no?


Rocío Bernal Morales
16/09/1999

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